Por José Luis Vargas y Simona Mayo
La desaparición de las lenguas ha sido un fenómeno intenso y acelerado en los últimos años, según el Atlas de las lenguas del mundo en peligro (UNESCO, 2010), existen 6.700 idiomas hablados a nivel mundial, de los cuales el 40% se encuentra en peligro de desaparecer. Adicionalmente, se señala que cada dos semanas se pierde una lengua y que como consecuencia de esto alrededor de tres mil lenguas podrían desaparecer antes del fin del siglo.
Con respecto a las lenguas indígenas, el Atlas Sociolingüístico de Pueblos Indígenas en América Latina (UNICEF y FUNPROEIB Andes, 2009) afirma que son 522 los pueblos presentes en la región y 420 los idiomas originarios en uso. De este total, un quinto de los pueblos ha dejado de hablar sus lenguas y la mayor pérdida lingüística se ubica en las naciones originarias que tuvieron el primer contacto con los colonizadores (costa noreste de Brasil, Andes norte de Colombia) y donde surgieron las relaciones más tempranas con los estados.
Ante esta alarmante realidad, la Asamblea General de las Naciones Unidas (resolución A/RES/74/135) proclamó el Decenio de las lenguas indígenas para el periodo 2022-2032, como una forma de generar acciones y promover el fortalecimiento de estos idiomas cuya herencia y valor para la humanidad son invaluables. Así, el decenio se constituye como una respuesta institucional e internacional a décadas de trabajo de organizaciones abocadas a la revitalización lingüística y a la urgente necesidad de preservar, revitalizar y promover las lenguas que han sido afectadas.
Lamentablemente, la situación actual de las lenguas originarias tiene directa relación con las consecuencias del colonialismo como estructura de dominación. En Latinoamérica, los procesos de colonización atravesaron y determinaron los horizontes de vida de los pueblos y sometieron a sus lenguas al exilio mientras el castellano se asentó como dominante. Estos procesos afectaron los conocimientos de las comunidades de hablantes, inhabilitaron su autoestima y su capacidad de transmitir y enseñar a las nuevas generaciones. No obstante, la memoria de los pueblos es obstinada y en muchos hablantes resistió el impulso del habla y del diálogo con el territorio.
Tal como señala Miguel León Portilla, estudioso de la cultura del pueblo náhuatl, en su poema Ihcuac thalhtolli ye miqui[1]:
Cuando muere una lengua
entonces se cierra
a todos los pueblos del mundo
una ventana, una puerta.
un asomarse
de modo distinto
a cuanto es ser y vida en la tierra.
Como afirma Portilla, la muerte de una lengua originaria no solo es el ocaso de una forma particular de comunicación, sino que también se pierden con ella el ejercicio contrahegemónico de ver y comprender el mundo desde otra forma de pensamiento y la práctica ancestral de dialogar con los territorios y la vida existente en ellos. Estas son algunas de las razones que hoy movilizan la revitalización y el fortalecimiento de las lenguas originarias en el marco del Decenio de las Lenguas Indígenas.
En Chile los pueblos originarios preexistentes y presentes en la actualidad son los pueblos Aymara, Quechua, Colla, Diaguita, Lickan-antay, Rapanui, Mapuche, Kawésqar, Yagán, Chango y Selknam. Ninguno de ellos ha sido reconocido por el estado chileno como pueblos, sino que únicamente como etnias, a excepción del pueblo Selknam que por décadas fue declarado extinto a pesar de su vitalidad y actualmente exige ser reconocido.
En cuanto a las lenguas habladas en Chile, además de la lengua castellana, coexisten un conjunto de otros idiomas originarios con distintos niveles de vitalidad, estas son el aymara, quechua, rapa nui, kawésqar, yagán y mapuche. Sin embargo, pese a esta diversidad cultural y lingüística, el castellano fue posicionado como la lengua hegemónica en el sistema educativo y determinó a nivel societal una norma monocultural y monolingüe en el país. Dentro de las lenguas originarias de mayor vitalidad podemos contar al mapuche, aymara, rapa nui y quechua. A continuación, abordaremos la situación de la lengua mapuche y su variante lingüística del Wapintu Chillwe (Archipiélago de Chiloé) en la Región de Los Lagos: el willichedungun.
ESTADO DE LA LENGUA MAPUCHE Y SUS VARIANTES
El pueblo Mapuche como todos los pueblos del mundo es diverso a nivel territorial, identitario y lingüístico. A pesar de los procesos de colonización que se vivieron de distintas formas a lo largo del territorio ancestral, las identidades territoriales se mantuvieron y actualmente construyen resistencias y devenires políticos en un clima nacional complejo en términos de reconocimiento de sus derechos colectivos.
De tal forma, el pueblo Mapuche se constituye como nación originaria desde identidades territoriales diversas, tales como: lafkenche (gente del mar), nagche (gente del bajo), wenteche (gente de los valles), pewenche (gente de la cordillera) y williche (gente del sur). Cada una de las identidades posee distintas formas de hacer política, de desarrollarse social y culturalmente y de definir su espiritualidad en vínculo con el territorio donde se ubican. De igual forma, la lengua responde a esta unidad y diversidad identitaria, siendo la lengua mapuche el tronco y existiendo diversas variantes, como por ejemplo, el che dungun para la identidad pewenche en la zona cordillerana a la altura de las actuales regiones del Bío Bío y la Araucanía, el willichedungun y che süngun o tse süngun en la Fütawillimapu, el mapuzungun en la zona wenteche, entre otras. Actualmente, también los procesos de revitalización se han abocado en recuperar variantes con escasa vitalidad como la variante pikunche (gente del norte), cuyo trabajo se está realizando en base a los antecedentes que dejó Luis de Valdivia en su Arte y Gramática General de la Lengua que Corre en Todo el Reino de Chile de 1606.
Con respecto a la vitalidad de la lengua mapuche y sus variantes territoriales, es difícil entregar una cifra ya que la categoría de hablante es un espectro diverso y amplio en términos teóricos. No obstante, estudios se han aventurado en estimar que el número de hablantes activos está entre los 100 mil y 200 mil personas, según los estudios de Fernando Zúñiga en Mapudungun. El habla mapuche del año 2006. La ONU por su parte, estima que solamente el 10% del pueblo habla la lengua[2]. Esta situación ha despertado gran preocupación en la comunidad mapuche y sus organizaciones.
Producto de esta retracción y pérdida de la lengua mapuche, existe gran desconocimiento sobre su diversidad sociolingüística y sus distintas variantes; por ejemplo, algunos sectores han argumentado que algunas variantes no son tales sino que serían lenguas diferentes al idioma mapuche y, por lo tanto, sus comunidades de habla también pertenecerían a un pueblo distinto. No obstante, la evidencia lingüística y antropológica, los conocimientos de los hablantes nativos y los registros de la lengua mapuche acumulados desde la colonia hasta el presente han desmentido esta premisa en repetidas ocasiones. Actualmente, el idioma mapuche como unidad lingüística continúa vigente con distintas situaciones de vitalidad entre sus variantes, donde la más afectadas han sido las habladas en la Fütawillimapu.
Al respecto, el profesor de Educación General Básica Hugo Antipani, quien es uno de los principales hablantes y recuperantes del willichedungun explica que:
el willichedungun presenta algunas variaciones fonéticas como, por ejemplo, palabras que en lugar de pronunciarse con TR acá se pronuncian con CH (trewa/perro en la Araucanía, se pronuncia chewa en Chiloé). Es decir, solamente existen diferencias muy puntuales como es el caso de la conjugación verbal de la primera persona plural que en lugar de utilizar la terminación «in» amuin/vamos, en williche se dice amuyen.
WILLICHEDUNGUN EN CHILOÉ: ENTRE EL RETROCESO Y LA RECUPERACIÓN LINGÜÍSTICA
Es importante señalar que el willichedungun fue predominante en el territorio insular durante más de dos siglos (XVII y XVIII) desde el arribo español al archipiélago en 1567. El willichedungun fue aprendido y usado por los colonos españoles quienes denominaron como “veliche” a la variante insular de la “lengua general del Reino”. Su posterior retroceso fue consecuencia de los procesos de asimilación sociocultural por medio de la castellanización forzosa implementada por la escuela chilena en el siglo XIX. En relación a esto, en el ensayo titulado Rescatando el mapudungun de Chiloé desde el Territorio y su Historia, el antropólogo David Nuñez da cuenta de estos procesos de retroceso y señala que:
A fines de 1790 las autoridades toman medidas para incentivar el uso del español prohibiendo el uso del mapudungun en las escuelas, iglesias, y otros espacios públicos. Luego de la entrega de Chiloé a Chile (1826), las nuevas autoridades promueven la fundación de escuelas en cada uno de los 80 “pueblos” o capillas de la isla. Aunque muchas de estas escuelas no lograron perdurar, esta acción representa el inicio de nuevas políticas educativas que impusieron el uso del español como idioma oficial.
Estas políticas de homogeneización lingüística relegaron al willichedungun a un lugar de subordinación, pues junto con prohibirse en distintos espacios públicos, se castigaron un sinfín de prácticas socioculturales y políticas desplazando su uso a la clandestinidad.
En relación con lo anterior, Víctor Naguil, doctor en Ciencias Políticas e investigador de la historia de la lengua mapuche, señala en el trabajo titulado La pérdida de la lengua mapuche en Chillwe que a mediados del siglo XIX el retroceso de la lengua en Chiloé era general y, en la actualidad, declara como perdido el idioma en el archipiélago.
Por su parte, en el estudio denominado Hacia un perfil sociolingüístico del Huilliche/Tsesungun de la región de Los Lagos realizado en el año 2015 por la investigadora Ana Kondic, se sostiene que en Chiloé solo quedarían alrededor de 5 o 6 hablantes con alta competencia activa y pasiva, y algunos con competencia media o baja y que “cada año algún hablante se enferma gravemente o muere, y el número desesperadamente disminuye”. Estos estudios dan cuenta que las variantes de la Fütawillimapu se encuentran en situación de peligro y seriamente amenazadas frente a las consecuencias que tuvo la asimilación en los territorios posterior a la colonización.
Ante esta delicada situación de vitalidad, Hugo Antipani entrega una visión autocrítica y es claro en señalar que:
Además de la dominación, como mapuche también tenemos un grado de responsabilidad en no haber podido recuperar nuestro idioma en 25 años, en algo hemos fallado, pues se ha tenido mayor lealtad lingüística con el castellano que con el willichedungun.
El docente afirma además que para comprender la relevancia e incidencia de la lengua en el archipiélago basta con observar y comunicarse con el territorio que nos rodea, ya que constantemente nos está enseñando desde el idioma por medio de su histórica toponimia:
Es necesario mirar los nombres de los lugares y la toponimia de Chiloé en general, poseen mucha información acerca de nuestra geografía, historia e identidad del territorio, porque el territorio casi en su totalidad está nominado en mapudungun.
El profesor Antipani es uno de los pocos hablantes del willichedungun que enseña, transmite y difunde la variante en Chiloé. Hugo Antipani fue chillkatufe (estudiante) de José Santos Lincoman, querido y recordado lonko de la Comunidad Histórica de Koiwin de Compu, Quellón, reconocido en el territorio como Cacique Mayor del Consejo General de Caciques de Chiloé en 1980, sabio de su lengua y cultura, compositor, escritor, poeta, pionero en la educación intercultural bilingüe en plena dictadura militar y defensor de las tierras mapuche.
Antipani ha seguido el legado que tuvo el privilegio de heredar de Santos Lincoman y ha dedicado su trabajo a recuperar la variante williche del mapudungun. Con este fin, en 2022 lanzó junto a Sandra Antipani el primer diccionario que rescata el willichedungun. En este trabajo los hermanos Antipani recopilaron cerca de 3500 palabras relacionadas con la antroponimia, toponimia y léxico general. Un porcentaje no menor de entradas léxicas del diccionario provienen de las enseñanzas que recibieron los hermanos Antipani, a fines de la década de 1970, en la Escuela G N° 1008 de Compu por parte del lonko yem (fallecido) José Santos Lincoman.
Este trabajo tuvo como metodología la realización de diversos trawun (encuentros) en distintas comunidades y asociaciones indígenas de Chiloé, entrevistas a autoridades tradicionales, dirigentes, kimche, profesores y educadores tradicionales, autoridades de gobierno y personeros de diversos ámbitos, artistas e intelectuales indígenas. Este trabajo tuvo un amplio despliegue territorial que recorrió las diez comunas del Archipiélago de Chiloé.
Este trabajo es fruto también de las enseñanzas del mítico lonko que fueron clave para que el willichedungun no se extinguiera por completo en Chiloé. Hugo Antipani comparte que:
La mamá de Santos Lincoman era hablante Zoila Inaicheo Teca y doña Carmen Lincoman, hermana de Santos y madre del también fallecido Longko Carlos Lincoman, ellos hablaban en su casa y en su comunidad (…) Yo aprendí de José Santos Lincoman, fue mi profesor en la escuela básica, el se metió a enseñar un poco camuflado, cuando le pagaban un sueldo por el plan de empleo mínimo creado en dictadura, el se metió a la escuela y en lugar de estar con una pala, se dedicó a enseñar en algunas escuelas, gracias a eso y algunas enseñanzas de la Maestra de Paz Domitila Cuyul, hemos sobrevivido y no se ha perdido el willichedungun en Chiloé.
En la línea de fortalecer los procesos de revitalización lingüística en el territorio de Chiloé, Antipani actualmente enseña el willichedungun. Durante el año 2022, llevó a cabo el curso de nivel I en conjunto con la Dirección de Pueblos Originarios de la Universidad de los Lagos. Y durante el presente año 2023, continuará con los niveles I, II y III en Chiloé y guiará un curso de tse süngun en Puerto Montt.
REFLEXIONES DE EDUCADORES/AS TRADICIONALES SOBRE LA RECUPERACIÓN Y ENSEÑANZA DEL WILLICHEDUNGUN
A pesar que el marco legal nacional vigente en Chile establece el deber de reconocer la diversidad lingüística y cultural del país y de garantizar una educación pertinente, los avances de las políticas públicas educativas en las últimas dos décadas han sido insuficientes para revertir la grave y baja vitalidad de la lengua mapuche y sus variantes. Dentro de los principales y más relevantes avances es posible destacar: una mayor valoración de las lenguas y saberes de los pueblos originarios, la incorporación de educadores tradicionales en el nivel básico y educadoras de lengua y cultura en el nivel preescolar, el diseño curricular para la enseñanza de las lenguas y la mayor autoestima de las familias y las infancias y adolescencias indígenas presentes en el sistema educativo.
Entonces, en relación a lo anterior, queda preguntarnos, ¿cómo ha sido la incorporación de los y las educadores? ¿Hay horizontalidad con respecto al resto de los docentes de las asignaturas occidentales? ¿Bajo qué propuestas educativas se está incluyendo el saber originario? ¿Existe una transformación real con la incorporación de estos saberes? Para responder a estas interrogantes conversamos con distintos especialistas y educadores para conocer la situación del willichedungun, sus apreciaciones respecto a la enseñanza de la lengua, sus demandas y proyecciones en el Archipiélago de Chiloé.
Elisa Loncon, académica, investigadora y ex-presidenta de la Convención Constitucional, en el marco de una visita reciente realizada a Chiloé y en diálogo con organizaciones williche y educadores tradicionales del territorio afirmó:
A las escuelas les corresponde brindar una educación basada en derechos para los indígenas, lamentablemente este tema sigue ocupando un lugar marginal dentro de las unidades educativas. Las lenguas para ser recuperadas requieren de planes de desarrollo lingüístico con la participación de una comunidad de hablantes y no hablantes, lo cual no ha venido ocurriendo.
Conversamos también con Yorka Chiguay, profesora de la Escuela Eulogia Borquez de Quellón, quien constató que en la comuna existen 42 colegios municipales que ofrecen enseñanza en lengua indigena, sin embargo, dichos procesos de enseñanza no siempre respetan la particularidad lingüística del territorio. Así, la docente manifiesta que:
Las comunidades ancestrales deben decidir quiénes son las personas idóneas para enseñar la lengua, porque de pronto las personas que están a cargo de las asignaturas no son las más idóneas, no conocen nuestro territorio, no conocen nuestras costumbres y entender cuales son los antepasados que reconocemos como líderes de nuestro pueblo. Se requiere que las personas que enseñan la asignatura tengan un manejo sobre todos estos elementos.
Además, Chiguay afirma respecto a la idoneidad de los educadores de la lengua en las escuelas que:
El Ministerio de Educación ha dejado la puerta entreabierta para que cualquier persona que no necesariamente tiene un manejo de la lengua indigena, pueda enseñarla, creo que es un error, pues la lengua indigena lo debieran enseñar personas preparadas desarrollando una secuencia de trabajo con objetivos claros.
En la misma línea, el profesor Hugo Antipani agrega en relación a los criterios de enseñanza de la lengua que:
No hay una uniformidad de criterio, es decir nadie sabe qué es lo que está enseñando cada educador. Los educadores quieren que los capaciten, porque el Estado declaró la educación intercultural pero no capacitó nunca a nadie, teniendo que desempeñar su labor muchas veces por sus propios medios.
Sin embargo, pese al retroceso del willichedungun, existe un interés por recuperar el idioma en Chiloé como bien lo indican sus referentes territoriales como Pablo Inaicheo, lonko de la comunidad de Compu:
Poder llevar a cabo la enseñanza y recuperación de nuestro idioma por muchos años ausente de las escuelas, es un gran desafío para nuestro pueblo, porque hemos dejado de practicar el idioma que alguna vez escuchamos de nuestros antepasados y resulta fundamental poder seguir levantando iniciativas que vayan en pos de recuperar nuestro willichedungun.
Sobre el vínculo entre identidad y lengua, Elba Teca, de la comunidad indígena Liwen de la Isla Laitec, comentó:
Aprender la lengua es fundamental para tener identidad, cada habitante de esta isla habla un poco de willichedungun que se encuentra expresado en los apellidos, en los nombres de lugares y ciudades, por eso me gustaría que existan más instancias para poder aprender y transmitir el idioma de nuestro territorio.
El joven Denilson Cristóbal Culun Legue, proveniente de la comuna de Quinchao, también destacó la importancia de revitalizar el willichedungun, ya que:
En él se engloba toda nuestra visión de mundo, existen muchas palabras que nos son propias y no tienen traducción al castellano, por eso creo que se tiene que seguir recuperando y enseñando el willichedungun.
Finalmente, la lonko Clara Chiguay del Lof Kechalen Keylen Mapu Mo desde su rol como autoridad y desde su conocimiento espiritual y político afirmó:
Como autoridad ancestral creo que tenemos que estar preparados(as) por un tema espiritual y poder conectarse con nuestros ngen, con nuestros pu lonko que hablan en la lengua de la tierra y poder entregar los conocimientos adquiridos a gente de las comunidades que forman parte de la Asociación de comunidades williche de la comuna de Queilen (…) Nuestros territorios de a poco van a recuperando el idioma, en comunas como Queilen, existen muy pocos educadores que enseñan a los pichi wentru, pichi lamuen (niños y niñas), la idea nuestra es poder instalar este tema en las escuelas de nuestra comuna y preparar gente de nuestras propias comunidades.
Estos nütramkan (diálogos) permiten apreciar que los procesos de recuperación lingüística representan una respuesta contrahegemónica a siglos de dominación colonial que se han expresado la continuidad del despojo territorial, la pérdida de autonomía política y la reducción de la voz indígena. De este modo, la posibilidad de recuperar y volver a hablar el willichedungun, es una de las demandas principales del pueblo Mapuche como una forma de reconstrucción de sentidos y devenires que han sido trastocados como resultado de representaciones sesgadas que se han venido transmitiendo por la sociedad dominante. Pese a la complejidad de este proceso, una de las disputas más importantes hoy es exigir la consagración de los derechos lingüísticos negados históricamente por el estado chileno.
Finalmente, con el fin de superar la lógica de extractivismo epistémico que ha primado por parte de las universidades hacia los pueblos indígenas y en la cual las comunidades han tenido poquísimas posibilidades de retribución y devolución de múltiples trabajos académicos; se hace necesario que las casas de estudio puedan aportar concretamente en la recuperación de las lenguas indígenas por medio de instancias transparentes, bidireccionales y horizontales con las comunidades.
[1]Poema completo disponible en: https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/42235e7f-0d85-4304-97a1-d8b92e2e5b01/cuando-muere-una-lengua-ihcuac-thalhtolli-ye-miqui
[2] Ver artículo completo El mapuzugun, una lengua en situación de resistencia en: https://news.un.org/es/stor